lunes, 20 de mayo de 2013

Un cielo crema


Un cielo crema
Un delantero, cañonero y un futbolista peruano que dejó la camiseta como amuleto en las manos y pies de otros.

 Tú que defendiste la camiseta crema durante 23 largos años. Disparos violentos y certeros en ambos pies, de cabeza privilegiada, una visión de juego y capacidad para cambiar los frentes de batalla con tus pases largos y precisos a las puntas. Valentía para entrar al área, dureza para recibir golpes, un fútbol sin complicaciones, funcional, eficaz y hermoso en su recio estilo. Un ingenio merengue eras tú, esto es para ti.

Por: JOYCE INFANTE.

¿Cómo definir a alguien eterno? Casi imposible sí, pero ¿con una historia maravillosa?, haremos el intento. Ésta es la historia del gran “Lolo” Fernández. Futbolista y delantero peruano que desarrolló la práctica total de su carrera en el Club Universitario de Deportes de la Primera División del Perú. Nacido en la Hacienda Hualcará en la localidad de San Vicente de Cañete el 20 de Mayo de 1913.
Teodoro o como muchos lo llamaban, Lolo, desde niño, el arte en los pies le era innato, aunque por aquel entonces, venía de familia humilde y se le hacía muy complicado conseguir un balón, por lo que varios niños como él se las arreglaban jugando con pelotas improvisadas o caseras.
El más apacible, el que más se esforzaba por ayudar a su madre. Desde niño, ya "Lolo" trabajaba en las faenas del campo y sabía lo que era ganarse un jornal, sentía lo que era llegar con el cuerpo cansado, entendía cuán difícil era mantener la piel limpia de polvo y paja. Estudiaba, trabajaba y aprendía a ser recto en los usos de la vida. En esos predios, polvorientos, bucólicos y campestres, el tiempo vio crecer un hombrecito de carácter, y ya adolescente, a un tipo noble y de vasto corazón.

 Es así como a los 16 años, Lolo fue enviado a Lima para que continuara con sus estudios. Y es ahí donde descubrió su pasión, el futbol. En marzo de 1930, vistió la casaquilla merengue por vez primera. Inicialmente entró en la reserva y a finales de ese mismo año, fue el goleador absoluto del torneo por lo que fue promovido al primer equipo donde debutó oficialmente en Universitario de Deportes a los 18 años de edad, el 29 de noviembre de 1931, en un encuentro internacional ante el Deportes Magallanes de Chile.

En los años 1930, Lolo integró el combinado del Pacífico. Junto con otros futbolistas de la «U» como Orestes Jordán, Vicente Arce, Carlos Tovar y Arturo Fernández; reforzaron al Club Alianza Lima para representar al Perú en una gira que realizaron en Chile. También, reforzó al Club Atlético Banfield (Argentina), Racing Club (Argentina) y Colo-Colo (Chile), donde el presidente de éste último club, le ofreció un cheque en blanco para que dejara Universitario, sin embargo, tan grande era su amor por su equipo, que rechazó la oferta.

 “Porque tu jugabas con cariño, con amor a la camiseta, dejabas todo, ya no veo eso ahora” decía Lolo. El 13 de enero de 1935, vistió por primera vez la camiseta peruana en un partido por la copa América de Lima y en el que perdió con Paraguay por 1:0. Una semana después, Perú cayo contra Argentina, y Lolo marcó su primer gol con la selección nacional.
Luego, en las olimpiadas de Berlín de 1936, el cañonero como así lo llamaban, deslumbro a los más de 5 mil aficionados presentes en el estadio tras marcar 5 goles a Finlandia (7:3). Niños ingresaron a la cancha a abrazar a los jugadores peruanos. Tres días después, el 9 de agosto, un gol de Lolo bastó para que derrote a Austria por 4:2, luego llegaron las quejas de los austriacos y la historia ya es conocida, el equipo peruano abandonó las olimpiadas.
En 1938, fue una muy buena época para el equipo nacional, donde jugaba Lolo, siendo campeones bolivarianos en ese año. Pero tal vez el mejor año fue el de 1939, en aquella oportunidad, Perú obtuvo la copa América, tras vencer en los cuatro partidos que participó. Perú goleó con tres goles de Lolo Fernández contra Ecuador (5:2), contra Chile, la victoria fue por 3:1 con dos goles del gran cañonero cañetano.
Y con la U siguieron los festejos. Aquel fue un gran año para Lolo en 1939. Después de ser campeón de América, Lolo Fernández fue el campeón de fútbol con Universitario de Deportes. Pero además, convirtiendo 15 goles en 17 partidos; fue el goleador del campeonato.

Al año siguiente, en 1940, el campeón fue Municipal, pero Lolo repitió sus cifras, en 14 partidos, metió 15 goles donde fue nuevamente, el goleador del torneo. Al año siguiente los cremas obtuvieron nuevamente el título del campeonato.
En 1942, el cañetano fue otra vez el goleador del certamen, tras convertir 11 goles. Ese año marco su último gol con la camiseta de Perú. Tuvo 32 encuentros y marco su gol número 24 en 31 partidos por la copa América de la selección. Además, 15 goles los hizo en sus cinco participaciones en la copa América, por lo que se ubicó en la tercera posición de los goleadores de todos los tiempos de esa competencia.
Y es aquí, que luego de dos partidos más, ante Paraguay y Uruguay, se le permitiera ser el goleador de la disputa, con siete goles que marco en aquel campeonato, y así pudiera festejar el triunfo nacional de la copa América.


Algo grande lleva tu nombre

En 1944 no fue un gran año para los cremas que quedaron terceros en la tabla. Tampoco fue un buen año para Lolo Fernández, aunque más adelante, tendría un regalito guardado para navidad. El 24 de diciembre de ese año, Universitario de Deportes logró una de las victorias que resonó a nivel internacional, con una sensacional actuación del cañonero Fernández. La U jugó un partido amistoso frente al Racing Club de Argentina. El cuadro de Avellaneda venía ganando exclusividad en el encuentro, pero Lolo marcó en esa tarde memorable 5 goles. Al final Universitario ganó 5:3 y Lolo tras jugar uno de los mejores partidos que se le recuerde, salió en hombros de la hinchada.
En 1945 y 46 Lolo pudo celebrar su título de campeón con Universitario, tras marcar 30 goles durante los dos campeonatos. Ya en 1947, Lolo jugó tan solo algunos partidos con la U ¿Por qué? Porque la vida pasaba, y el experimentado ya maduraba.
Aunque no solo fue por sus 34 años, si no que había sufrido una fuerte lesión a los meniscos y no se recuperaba de su posterior operación. Así, sin recuperarse de la lesión, continuo la carrera en sus últimos años donde le permitió celebrar otro campeonato crema en 1949.
Y es en 1952, donde el club de toda su vida, la U, le ofreció un homenaje que hasta ahora nadie ha recibido en vida. Bautizaron el nuevo estadio de la institución, en el distrito de Breña, con su nombre, “Lolo Fernández”.
No solo jugaba en un estadio con su nombre, no solo fue titular aquella tarde contra la U de Chile, además, el primer partido jugado ahí, fue el gol definitivo para que gane con los cremas a los 39 años de edad.
Ya el 27 de octubre de 1952, se inauguró el nuevo estadio Nacional. Fue una jornada larga, llena de protocolo, pero ahí estuvo Lolo Fernández, formado junto a los grandes deportistas en el recinto, esperando para recibir los laureles deportivos en manos del presidente, en aquella época Manuel Odría. Distinción que logró gracias a su perseverancia.


La gran despedida

Pero tenía que llegar algo más, algo definitivo para poder parar y descansar. En 1953 llegó el día del clásico, nadie sabía si Lolo iba a jugar, es más, muchos pensaban que ya no debía jugar porque estaba muy veterano. Pero Lolo salto a la cancha, jugo un partido formidable.
Redondeo uno de los encuentros más recordados en la historia del club, y ese día, para muchos, se despidió del fútbol  por la puerta grande. De más está decir que Lolo recibió inmemorables despedidas, pero la más memorable, fue la ocurrida en aquel clásico. Un clásico histórico. Casi mitológico, .jugado aquel 30 de agosto de 1953.
Un día antes, el entrenador de la U, José Cuestas Silva, aun no decidía si Lolo iba a jugar o no, y es que Alianza venía recibiendo buenas anotaciones y Lolo ya tenía 40 años. Inclusive en sus últimas presentaciones, había ganado algunas críticas, por eso muchos se sorprendieron cuando vieron al cañonero saltar a la cancha.

Un clásico tradicional

Y lo que queda en la memoria de la gente, ese día, son aquellos goles de Lolo Fernández. Un remate con pierna derecha a los 24 minutos, donde marcó el primero para la U, minutos más tarde el propio Lolo puso a los cremas adelante por 2:0. En alianza, Oscar Gómez Sánchez descontó y Heredia marcó el empate, pero Castro volvió a adelantar para los cremas. Y claro, Lolo Fernández cerró el marcador. 4:2 para la U. En el estadio, nadie podía creer lo que veía.
El veterano, aquel que estuvo en duda en el último minuto, el mismo que había recibido algunas críticas por hinchas impacientes en sus últimos encuentros, le había anotado 3 goles a alianza en un vibrante triunfo en aquel clásico. “Era el momento de irse en grande”, así lo entendieron todos, ya que de inmediato, los hinchas obligaron al cañonero a dar la vuelta olímpica.
Es cierto que nadie lo había pensado, pero fue probablemente lo mejor. Lolo se iba después de anotarle tres goles al tradicional rival, tras haber ganado aquel histórico clásico, y en medio de un numeroso público que había llegado al nuevo estadio nacional, este increíble jugador se desprendió de aquel balón y se despidió en la cancha, para siempre.

El gran remate

   Imposible despedirse de un grande, sí, una leyenda a carta cabal, ¿Por qué? porque los sucesos maravillosos nunca mueren. 180 goles con Universitario y la selección peruana, campeonando con la camiseta crema durante seis fechas, con una medalla de oro en los juegos bolivarianos del 38 y un campeonato sudamericano en el 39, goleador en la Primera división del Perú en siete fechas, goleador en el Combinado del Pacífico en el 35, goleador y el mejor jugador en el campeonato Sudamericano de Selecciones, sería absurdo no decirte, a ti grande, adorado, un talento peruano inusual, inspiración y envidia de muchos, a ti campeón, que eres el máximo jugador en todos los tiempos del fútbol peruano.


Jugar al fútbol con devoción, velocidad, fuerza, constancia incansable, ser firme en tus decisiones y valiente ante las derrotas. Ser un sutil y listo hombre, un talento inmóvil que aun inspira, ese eres tú, cañonero de fina estampa.
 Eres el símbolo de un equipo que te enaltece y agradece. Que sin conocerte, te veo en el reflejo de cada uno de tus hinchas. Él, realmente se llama Teodoro Fernández Meyzán, pero como podrán darse cuenta, el nombre no lo hizo grande, el escogió el suyo, para descubrir su genialidad.

Bien, compañero maravilloso, hombre correcto y educado. Caballero dentro y fuera de las canchas como muchos te recuerdan, ya desprendí algo de mí para poder mencionarte. Ya me diste un partido inolvidable, en esta, tu noche de gloria.
Hoy campeón, nos toca jugar a nosotros y contar tus mejores hazañas. Hoy campeón, sé que aún no olvidas al equipo de tus amores y alientas desde el cielo.
 Hoy…siempre, pase lo que pase, estés donde estés, campeón; tu hinchada estará cumpliendo tu elevado sueño, nosotros,  agradecidos, porque cumpliste el nuestro. Descansa.